Del 16 de octubre al 3 de noviembre de 2025, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona acoge Akhnaten, la monumental ópera de Philip Glass dedicada a una de las figuras más misteriosas y fascinantes del Antiguo Egipto. Con esta obra, el compositor estadounidense cierra su célebre trilogía de retratos históricos iniciada con Einstein on the Beach y seguida por Satyagraha. A través de un lenguaje minimalista, visualmente impactante y espiritualmente sugerente, Akhnaten se convierte en una experiencia sensorial que desafía las convenciones del género operístico.
La ópera se centra en el faraón Akenatón, figura revolucionaria que rompió con el sistema politeísta egipcio para instaurar el culto a un único dios, Atón, y cuyo reinado fue tan radical como breve. Lejos de un relato convencional, la propuesta de Glass apuesta por una narración simbólica, musicalmente envolvente, donde la repetición, la voz humana y la escenografía construyen un mundo místico y atemporal. El resultado es una obra que atrapa, seduce y provoca.
Un lenguaje musical que hipnotiza
Philip Glass compone Akhnaten en su característico estilo minimalista, basado en estructuras repetitivas, variaciones rítmicas sutiles y atmósferas envolventes. La música no progresa en una dirección tradicional, sino que gira, se expande, respira, generando una experiencia casi meditativa para quien escucha. La ausencia de un relato narrativo lineal hace que la música ocupe el centro de la atención emocional.
La partitura destaca por la riqueza tímbrica y el uso no convencional de las voces. El papel protagonista, escrito para contratenor, otorga al personaje de Akhnaten un aura de extrañeza y belleza etérea. La elección de idiomas antiguos —egipcio, acadio, hebreo— añade aún más misterio y autenticidad al conjunto. La ópera, más que contarse, se siente; más que entenderse, se vive desde lo profundo del sonido.
Una escenografía que transforma lo visual en mito
En esta producción, la escenografía tiene un papel fundamental. Cada escena está concebida como un cuadro ritual, una coreografía visual donde los cuerpos, el vestuario y los elementos escénicos refuerzan la sensación de estar ante un acto ceremonial. El minimalismo musical se ve reflejado también en la puesta en escena, donde el equilibrio entre movimiento, luz y espacio crea momentos de asombro visual.
El vestuario inspirado en el arte egipcio, las geometrías simbólicas y el uso de colores sobrios o dorados contribuyen a crear un universo visual coherente con la espiritualidad de la música. No hay realismo, sino abstracción y sugerencia. La ópera se convierte así en una experiencia total, donde todos los sentidos son convocados a una celebración del misterio y lo sagrado.
El desafío del papel de Akhnaten
El papel protagonista, escrito para contratenor, es uno de los más exigentes del repertorio contemporáneo. La tesitura aguda y sostenida, combinada con la necesidad de mantener una presencia escénica poderosa, convierte a Akhnaten en un rol profundamente exigente tanto en lo vocal como en lo actoral. Se requiere un artista capaz de transmitir espiritualidad, autoridad y vulnerabilidad en un mismo gesto.
Además, el personaje se construye más a través del tiempo musical y de la ritualidad del movimiento que del texto hablado. La falta de diálogo directo o acción tradicional obliga al intérprete a llenar cada instante con intención y presencia escénica. Akhnaten no actúa como en una ópera convencional: habita un espacio sonoro y simbólico, invitando al espectador a una forma distinta de empatía.
Una obra que trasciende el tiempo
Akhnaten no es solo una recreación del pasado, sino una reflexión sobre el poder, la espiritualidad y el destino de quienes intentan cambiar el mundo. La historia del faraón hereje, borrado de la memoria oficial por sus sucesores, resuena con fuerza en un mundo contemporáneo donde el pensamiento crítico y la utopía siguen siendo incómodos. Glass propone una ópera que mira hacia el presente desde las ruinas del mito.
Esta dimensión política y filosófica se encuentra soterrada bajo capas de música y escenografía, pero está ahí, latente. La figura de Akhnaten no es solo histórica: es arquetípica, símbolo de quienes desafían el orden establecido para abrir nuevas vías. Por eso, la ópera emociona sin necesidad de grandes clímax dramáticos: la emoción está en el eco, en la tensión interna, en el reflejo que cada espectador encuentra en su interior.
Una experiencia única en el Liceu
El Gran Teatre del Liceu se convierte en el espacio ideal para acoger una obra de estas características. La amplitud de su escenario, la calidad de su acústica y la capacidad de su equipo artístico permiten presentar Akhnaten como una de las grandes apuestas escénicas de la temporada 2025-2026. No es una ópera para todos los públicos, pero sí una propuesta imprescindible para quienes buscan una experiencia artística profunda y transformadora.
Entre el 16 de octubre y el 3 de noviembre, quienes entren en el Liceu tendrán la oportunidad de vivir algo más que una representación: un rito contemporáneo, una travesía sonora, una pregunta abierta sobre el arte, el poder y la fe. Akhnaten no pretende resolver nada, pero sí deja huella. Su silencio final, suspendido en el aire, es la mejor prueba de que el teatro lírico todavía puede conmover desde lo más radical y lo más bello.