El dúo formado por Carlos Areces y Aníbal Gómez, más conocido como Ojete Calor, llegará al Palau Sant Jordi de Barcelona el próximo 25 de octubre de 2025. La cita se presenta como un espectáculo inclasificable, una fiesta musical de humor y provocación que promete romper esquemas, levantar carcajadas y poner a bailar a miles de asistentes a ritmo de lo que ellos mismos definen como subnopop.
Lo que nació como una propuesta aparentemente absurda ha evolucionado en un fenómeno de culto que arrastra a miles de seguidores. Con letras que oscilan entre lo cómico, lo nostálgico y lo surrealista, Ojete Calor ha sabido construir un universo propio donde la ironía, el pop ochentero y el absurdo conviven con soltura. Y en directo, todo eso se multiplica.
Un directo pensado para el exceso
Los conciertos de Ojete Calor no se entienden como simples actuaciones musicales, sino como auténticos espectáculos performáticos donde todo puede pasar. Hay coreografías, disfraces, invitados sorpresa, momentos teatrales y una puesta en escena pensada para generar risa, sorpresa y complicidad con el público.
En el Sant Jordi, esta fórmula se verá amplificada por el tamaño y la energía del recinto. Los visuales kitsch, los neones y la estética entre lo hortera y lo conceptual se combinan con una banda sonora que repasa sus grandes temas y presenta nuevas composiciones que siguen fieles a su irreverente estilo. Cada detalle está pensado para provocar el desconcierto… y la ovación.
Letras que parodian sin perder la música de vista
Parte del éxito de Ojete Calor reside en su capacidad para convertir lo ridículo en inteligente y lo banal en arte. Sus letras juegan con tópicos del pop español, referencias generacionales y un humor ácido que satiriza tanto a la industria como a la sociedad. Todo ello sin renunciar a una producción musical sólida, que bebe del pop, el techno, la electrónica y el revival ochentero.
Canciones como Cuidado con el cyborg (corre Sarah Connor), Tonta gilipó, Mocatriz o Opino de que se han convertido en himnos para un público que encuentra en ellos una forma liberadora de reírse del mundo… y de sí mismos. En Barcelona, estos temas serán cantados a pleno pulmón en un concierto que mezcla parodia, música y liberación colectiva.
Público fiel y multigeneracional
Ojete Calor ha logrado lo que pocos: reunir en sus conciertos a públicos muy diversos, desde treintañeros nostálgicos del pop español hasta jóvenes que descubren en su propuesta una alternativa fresca, libre y sin complejos a los discursos habituales del mainstream. Su lenguaje conecta con quienes buscan un espacio donde lo raro, lo cursi y lo absurdo son celebrados.
En el Palau Sant Jordi, ese cruce de generaciones será palpable. Gente disfrazada, referencias compartidas, chistes que se entienden al vuelo y una energía de comunidad que se construye desde la risa y la música. No hay dogmas en sus conciertos: solo una invitación abierta a bailar, cantar y disfrutar sin etiquetas.
El fenómeno subnopop, una marca registrada
Lo que al principio podía parecer una broma ha evolucionado en un proyecto cultural que mezcla crítica, comedia y entretenimiento. Ojete Calor no solo hace música: ha creado una marca que se reconoce por su estética, su actitud provocadora y su lenguaje particular, cargado de expresiones que se han colado en el habla cotidiana de muchos fans.
En directo, todo ese universo cobra una dimensión escénica aún más potente. Cada canción es una performance, cada pausa un sketch, cada gesto una declaración de principios. El subnopop ha dejado de ser un chiste privado para convertirse en un movimiento que transforma la rareza en virtud y la risa en bandera.
Una noche para no tomarse nada en serio
El concierto del 25 de octubre en el Palau Sant Jordi no es solo una cita musical: es una declaración de intenciones. Quienes asistan saben que van a vivir una experiencia que combina la fiesta con la sátira, el karaoke colectivo con la performance absurda, y el desmadre con una crítica implícita al postureo y la solemnidad.
Ojete Calor ofrece algo que no se encuentra fácilmente en la música actual: libertad. Libertad para reírse, para moverse sin pudor, para cantar a gritos letras imposibles. Esa noche en Barcelona será, como todos sus conciertos, un desahogo lúdico que demuestra que el humor, la música y la creatividad desbocada pueden —y deben— ir de la mano.
