En Espai Texas descubrimos Fairfly, una propuesta escénica que destaca no solo por su temática, sino también por la calidad de su ejecución. Esta obra, bajo la pluma de Joan Yago y la dirección de Israel Solà, nos sumerge en la complejidad del emprendimiento a través de la historia de cuatro amigos confrontados con un ERE en su empresa de nutrición infantil. Lo que comienza como una lucha por recuperar sus empleos pronto se transforma en la aventura de crear su propio proyecto: una empresa que propone papillas con proteína de mosca. Fairfly nos relata el auge y caída de esta singular iniciativa.
La obra se caracteriza por su humor ácido y una mirada crítica hacia el ecosistema de las startups y la cultura emprendedora. Sin embargo, lo hace desde el respeto y el amor, ya que, como admite el propio Joan Yago, ellos mismos son emprendedores en el ámbito teatral. Esta dualidad en el tratamiento del tema ofrece una riqueza particular a Fairfly, invitando a la reflexión sobre las verdaderas motivaciones detrás del deseo de emprender y las realidades a menudo ocultas detrás del brillo del éxito empresarial.
El minimalismo escenográfico pone el foco en el guion y en las actuaciones, permitiendo que el texto de Yago brille con toda su fuerza. La dirección de Solà propone una puesta en escena que, aunque pueda parecer arriesgada, se revela como brillante, desafiando a la audiencia a percibir la obra desde múltiples perspectivas. Esta elección estética fomenta una experiencia teatral inmersiva, donde el público se ve obligado a prestar atención no solo a quien habla, sino también a las reacciones de quien escucha, enriqueciendo así la experiencia narrativa.
La actuación es, sin duda, uno de los puntos fuertes de Fairfly. Los personajes, interpretados por Aitor Galisteo-Rocher, Vanessa Segura, Esther López, y Xavi Francés, están tan bien construidos y ejecutados que es fácil para el público identificarse con ellos o reconocer en su círculo a alguien similar. La naturalidad con que fluye el diálogo, la autenticidad de las emociones en escena, y el dinamismo entre los personajes hacen que la obra no solo sea un placer visual y auditivo, sino también un espacio para la identificación y la reflexión personal.
Fairfly se convierte en un espejo que refleja las inquietudes, aspiraciones y contradicciones de nuestra sociedad contemporánea. A través de la lente del humor y la sátira, nos invita a cuestionar no solo el mundo del emprendimiento sino también nuestras propias convicciones sobre el éxito, la amistad, y el significado del trabajo en nuestras vidas.
La temporada de Fairfly en Espai Texas se presenta como una oportunidad imperdible para quienes buscan en el teatro algo más que entretenimiento: una experiencia que desafía, reflexiona y, sobre todo, conecta con las pulsiones más profundas del ser humano en el contexto de la modernidad.