L’hora de l’estrella: el universo poético de Clarice Lispector cobra vida sobre el escenario

L’hora de l’estrella: el universo poético de Clarice Lispector cobra vida sobre el escenario

Hasta el 2 de noviembre de 2025, el Teatre Tantarantana de Barcelona acoge la obra L’hora de l’estrella, una adaptación escénica de la última novela de la escritora brasileña Clarice Lispector. Esta propuesta teatral explora con delicadeza y contundencia la historia de Macabéa, una joven invisible a los ojos del mundo que se convierte en el reflejo de todas las existencias olvidadas.

La puesta en escena es una invitación a adentrarse en el universo existencial, filosófico y profundamente humano que caracteriza la escritura de Lispector. A través de un lenguaje teatral íntimo y poético, la obra no solo retrata la historia de un personaje marginal, sino que lanza preguntas incómodas sobre la identidad, la soledad y la mirada que proyectamos sobre los demás.

Una protagonista que encarna la invisibilidad

Macabéa no es una heroína convencional. Es una joven del nordeste brasileño que sobrevive en Río de Janeiro atrapada en una rutina sin horizonte, sin afectos, sin reconocimiento. Su figura encarna la invisibilidad social, el anonimato existencial, y al mismo tiempo, una pureza desarmante que interpela al espectador.

La interpretación de la actriz que encarna a Macabéa es uno de los puntos más potentes de la obra. Desde la vulnerabilidad extrema, consigue construir un personaje que emociona sin artificios. Su presencia en escena, aparentemente frágil, se convierte en un espejo inquietante que obliga a mirar aquello que normalmente preferimos ignorar.

El narrador, una voz que cuestiona el propio relato

Una de las singularidades de L’hora de l’estrella es la figura del narrador, un personaje que, desde el inicio, se enfrenta a su incapacidad para contar la historia de otro sin contaminarla con su propia mirada. Este recurso metateatral genera una tensión constante entre lo que se narra y cómo se narra.

En la adaptación teatral, esta figura se transforma en un puente entre el público y la escena, desnudando los mecanismos del relato y planteando preguntas sobre el acto mismo de contar. ¿Quién tiene derecho a hablar por los demás? ¿Cómo se representa el dolor ajeno sin caer en la condescendencia? Estas cuestiones resuenan con fuerza a lo largo de la obra.

Una escenografía minimalista que potencia la palabra

El montaje apuesta por una estética sobria, donde cada elemento escénico tiene una función precisa y nada resulta decorativo. La luz, el sonido y el espacio vacío se convierten en herramientas expresivas que acompañan el tránsito emocional del personaje sin distraer de lo esencial: el texto y la interpretación.

Esta contención formal refuerza la sensación de desamparo y silencio que rodea a Macabéa. La ausencia de artificios obliga al espectador a concentrarse en lo que se dice y, sobre todo, en lo que se calla. El resultado es una atmósfera delicada, que permite que la poesía de Lispector respire sobre el escenario.

Un homenaje a Clarice Lispector y su legado

La obra es también un homenaje a la figura de Clarice Lispector, una de las autoras más enigmáticas y profundas del siglo XX. Su prosa fragmentada, introspectiva y filosófica encuentra en esta adaptación un vehículo fiel que respeta su espíritu sin caer en la literalidad.

El equipo artístico ha conseguido trasladar al lenguaje teatral la complejidad emocional y existencial de la autora. L’hora de l’estrella no solo adapta una historia: traduce una voz. Y lo hace con respeto, con inteligencia y con una sensibilidad que permite acercar a nuevos públicos la intensidad de una escritura única.

Una experiencia teatral que deja huella

Quienes asistan a L’hora de l’estrella en el Teatre Tantarantana no saldrán indiferentes. La obra no busca respuestas, sino que abre espacios para la duda, la empatía y la incomodidad. Es un espectáculo que toca con suavidad y a la vez sacude con fuerza, dejando una marca profunda en quien lo presencia.

Hasta el 2 de noviembre, el teatro se convierte en un espacio de reflexión íntima, donde la palabra se impone al ruido, y la fragilidad se convierte en una forma de resistencia. Una propuesta imprescindible para quienes buscan en el teatro algo más que evasión: un lugar donde mirar el mundo con otros ojos.


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